Un hito en seguridad y salud en el trabajo es La Loma: 0 accidentes.
Seguridad y Salud en el Trabajo
Los sonidos de la seguridad
Hace un año entró en operación la subestación La Loma 500 kilovoltios, la primera de esa potencia que construyó el Grupo Energía Bogotá. El exitoso proyecto es orgullo para la Compañía porque durante su construcción y montaje se presentaron cero accidentes laborales.
Marzo 2020

Fue como un relámpago, un arco de luz, que silbó como si se cerrara rápido una cremallera.

Ese sonido, a las 5 de la madrugada del 22 de enero de 2019, fue el aviso que durante nueve meses estuvieron esperando las cerca de 20 personas que estuvieron al frente de la construcción de la subestación La Loma 500 kilovoltios: la energización del complejo, que sirve para mejorar la confiabilidad del servicio en la región y para articular de forma más efectiva la transmisión de energía entre la Costa Atlántica y el interior del país.

“Lo mejor de todo fue que en la obra no se presentó un solo accidente laboral, ni siquiera en el pico más alto de trabajadores, que fue de 200 hombres. Incluso, de ahí hasta estos días, nada de ese tipo se ha presentado”, asegura Óscar Ricardo de Lavalle Peñaloza, profesional de Seguridad y Salud en el Trabajo que, desde la etapa de construcción, está en este complejo de transformadores, cables y torres asentado en 3,3 hectáreas de una planada a pocos metros de la carretera que conecta al centro de Colombia con la Costa Atlántica.

Ese logro, el de cero accidentes, es aún más significativo porque esta iniciativa es la primera subestación de esa potencia que construye el Grupo Energía Bogotá y es clave para el país, pues además de sus funciones actuales, hasta allí, en el centro del departamento del Cesar, se transportará la energía que producirán los siete parques eólicos que se levantan en La Guajira; además, al complejo llegará una línea del proyecto Sogamoso. Todo, para que los colombianos cuentan con un servicio confiable.

De Lavalle resalta que la no accidentalidad en La Loma es un hito, ya que no es nada fácil que en la construcción de un proyecto de esta envergadura, por su novedad y su localización geográfica, no se hubiera registrado un solo evento en la seguridad de los trabajadores y porque la obra se entregó en los tiempos estimados. Fueron, anota, 300 mil horas hombre en todo el período constructivo: abril de 2018 a enero de 2019.

“En la zona, el personal no está habituado a trabajar en este tipo de proyectos. Acá le dicen a uno ‘sé operar cargador’, ‘sé cargar carbón’ o ‘le voy a hacer 10 metros lineales de zanja’, pero no van a decir ‘le armo una torre de 34 metros de altura’. Esto hace que al inicio debas guiar muchísimo a los colaboradores en seguridad en el trabajo y llevar una supervisión estrecha: esto se hace así y así, si no te cuidas te puede pasar algo y te debes ir para tu casa o para la clínica”, explica De Lavalle.

Los trabajos se hicieron en temperaturas que alcanzaron los 42 grados Celsius.

La Loma es un corregimiento de El Paso que desde finales del siglo pasado tiene una fuerte influencia carbonífera, sector que genera un buen número de empleos en esta región del Cesar y en el que, preferencialmente, buscan ocupación sus habitantes.

Esa falta de experticia específica apunta De Lavalle, hizo que se extremaran las medidas de seguridad, a lo que se sumó el gran aporte del personal especializado que se llevó desde varios lugares del país y del mundo en esta clase de proyectos. En la construcción intervinieron alemanes, indios, mexicanos, chinos, malayos y, por supuesto, colombianos.

Rafael Daza Guzmán, ingeniero de la Gerencia de Subestaciones, recuerda que en la construcción del proyecto había, por un lado, tareas críticas y por el otro, experiencias novedosas, lo que exigía a todo el personal que intervino en él –unas 200 en su pico más alto–, el máximo de concentración. Por ejemplo, recuerda, el izaje y montaje electromecánico de equipos que pesan hasta 70 toneladas y algunas obras civiles demandaron esfuerzo, concentración, atención y compromiso de todos los participantes en la obra.

“Antes de emprender las tareas, nos reuníamos todos los que iban a intervenir y revisábamos los manuales y los equipos, repasábamos las medidas de prevención, lo que podía pasar y todos los escenarios posibles con sus medidas de precaución y atención, como lo exigen los protocolos del Grupo Energía Bogotá, para el que la vida es primero. Una vez coincidíamos en que estaba claro para todos, emprendíamos la misión. Esta fue una gran y satisfactoria experiencia personal y profesional”, relata Daza.

De Lavalle resalta que uno de los factores que hubo que tener en cuenta durante toda la construcción fue la temperatura y los fuertes rayos solares que azotan La Loma de Calenturas: la zona tiene un promedio de 38 grados Celsius, pero la sensación térmica puede ser de 42 grados.

En la construcción, el terreno estuvo lleno de excavaciones.

El calor y los latigazos permanentes de sol van diezmando a algunos de los trabajadores, quienes ya en la tarde no están tan alertas, su reacción no es igual, y esporádicamente tratan de obviar las normas de seguridad. Esto era un factor alto riesgo en la construcción de la subestación Loma, pues todo el terreno, para la cimentación, tenía excavaciones en la que un descuido podía terminar en un accidente. Era, dice Daza, un laberinto en altura negativa.

“Cuando estábamos en la construcción, si tocaba parar a descansar, parábamos; si llovía fuerte, nos resguardábamos, pero primero la vida y el compromiso de todos con esa idea; esa fue la clave”, reitera De Lavalle.

El día en que la subestación La Loma 500 kilovoltios iba a empezar a recibir energía eléctrica, un grupo de colaboradores, entre los que estaban De Lavalle y Daza, se fue a descansar a las 3 de la mañana y retornó antes de las 5 a.m., para no perderse el comienzo de la energización.

La madrugada olía a éxito. El silencio del tibio y oscuro amanecer fue roto por el que produjo el paso inicial de energía por los conectores de los transformadores de la subestación a la línea, simultáneamente el arco de luz y luego el murmullo de alegría, felicidad y conquista del grupo de trabajadores.

Esos son los mismos sonidos, con igual número de accidentes laborales, que quieren escuchar los colaboradores del Grupo Energía Bogotá en abril de 2021, cuando se espera entre en operación la subestación La Loma 110 kilovoltios, que contribuirá a robustecer el sistema energético en el Cesar.