La Estrella Morrón se ilumina con buena energía

Miercoles, 10 de Marzo de 2021

De las personas extrañas que a mediados de 2017 y hasta comienzos de 2018 llegaron a la vereda La Estrella Morrón, en el suroriente de Pereira (Risaralda), a decir toda clase de cosas sobre las torres y las líneas de transmisión eléctrica que, se proyectaba pasarían por allí, no se volvió a saber nada.

Evelio Córdoba dice que apenas la comunidad tomó la decisión de apoyar el proyecto Armenia a 230 kilovoltios (kV), de Transmisión del Grupo Energía Bogotá (GEB), esas personas, que nadie conocía, no volvieron más nunca a tratar de meterles en la cabeza, por ejemplo, que los cultivos se morían, que las vacas se secaban como si fuera un castigo bíblico, que una radiación maligna se les metía por la sangre y que por ello, había que impedir a toda costa la construcción del proyecto.

“Eso nos alcanzó a meter miedo al principio, pero al hablar con la gente del GEB nos dimos cuenta de que era una empresa seria, nos explicaron todo lo que iba a pasar, los cuidados y demás, y desde que la línea empezó a operar –a mediados de 2019– ha sido tal y como ellos nos dijeron. Hasta el momento no nos ha afectado para nada y ni siquiera se sienten los cables y las torres, se ha demostrado que los animales siguen igual, los cultivos jamás se han muerto y no nos impacta para nada: no tenemos ningún bicho raro en la sangre”, dice en medio de una carcajada Evelio Córdoba, de 72 años.

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El olor fresco a cilantro y cebolla, como si estuvieran cocinando un gigantesco caldo de costilla, advierte a las personas que han llegado o están pasando por La Estrella Morrón. Por allí, a mediados de 2018 el GEB construyó algunas torres del entonces proyecto de transmisión de energía eléctrica Armenia, para mejorar la confiabilidad y seguridad del servicio en el Eje Cafetero trayendo energía desde los centros de generación, ubicados en otras partes del país.

Esta es una de las 11 veredas del corregimiento La Bella, de la capital risaraldense; allí se llega en carro tras 35 minutos por una carretera ascendente y custodiada, principalmente, por inmensos y espesos guaduales. Tiene una temperatura promedio providencial, de 18 grados Celsius, lo que hace que se dé tomate, habichuela, plátano, café, frijol, yuca, cilantro, pimentón, cebolla y mora, entre muchos otros cultivos que desde la parte alta se ven con un impresionante orden geométrico.

Es, afirma Córdoba, una tierra agradecida. “Acá se da de todo”, apunta.

Córdoba, de parla calmada, machetilla al cinto, de manos firmes y palmas corrugadas, reafirma que, contrario a lo dicho al principio por los desconocidos, no hay problemas con la infraestructura de transmisión eléctrica, que pasa, por lo menos, a 30 metros por encima de sus cultivos y de los de cerca de 150 vecinos de este punto de La Estrella Morrón. La mayoría son afrodescendientes que se instalaron acá a comienzos de la década del 2000 huyendo de la violencia que los sacó corriendo primero del Chocó y luego de Pueblo Rico (Risaralda).

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Llevan tres años conviviendo con la infraestructura de transmisión eléctrica y ya todos los habitantes de la vereda, afirma Córdoba, saben, gracias al acompañamiento de la compañía, que cerca de las torres y debajo de las líneas se puede sembrar maíz y demás cultivos de bajo porte y tener ganado, pero que no se pueden plantar árboles grandes que eventualmente puedan llegar a tocar las cuerdas de alta tensión.

“Todas esas torres que usted ve y los cables que pasan por encima de nuestros cultivos –dice Córdoba con un acento que mezcla el chocoano y el paisa–, son sinónimo de progreso porque, además que nos dieron trabajo por un tiempo en la construcción del proyecto, ya cuando entró a funcionar les están ayudando a llevar la luz a otras personas que no lo tenían y a nosotros, por ejemplo, nos lo ha mejorado. Teniendo energía la gente puede hacer sus negocitos, los niños estudiar y los adultos trabajar en su casa o en el campo”.

Por eso, él y los otros vecinos de la vereda cuidan las cinco torres y el cableado que surcan la vereda. Córdoba asevera que todos esos elementos se necesitan y "seguirán necesitándose por el resto de nuestros días”.

No cabe duda de que no solo la tierra de La Estrella Morrón es “agradecida”, como afirma Córdoba, pero lo son más aún sus habitantes.