En el norte de Putumayo, la ‘Suiza Latinoamericana’ convive con la infraestructura eléctrica del GEB

Miercoles, 10 de Marzo de 2021

A ‘la Suiza Latinoamericana’ se llega después de padecer por cerca de dos horas y media una carretera de miedo, angosta y de abismos insondables, que sale de Pasto (Nariño) y se clava en el apacible San Francisco, un municipio del norte de Putumayo.

Allí, exactamente en la vereda San Silvestre, los apellidos no son Müller, Meir, Schmid o Keller, como en ese país europeo. No, en este caserío de unas 80 familias los que más se repiten son Chindoy, Juajibioy, Jamioy, Sigindioy y Jacanamijoy.

Pero lo que sí tienen en común, dice el taita Segundo Chindoy, sonriendo ampliamente, es la gran capacidad de producción lechera y paisajes llenos de verde con potreros inmensos donde se pasean, entre otros, ejemplares de reses holstein, pardo suizo, normando y jersey.

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“Por eso es que a esta zona del Valle del Sibundoy le dicen así: ‘la Suiza Latinoamericana’. No porque seamos monos, ojiazules y blancos”, acota, volviendo a reír, Chindoy, tres veces gobernador del cabildo indígena inga kamtsá de San Francisco y quien aspira a presentar su nombre a una nueva elección.

Los inga y los kamtsá, junto a los campesinos de la vereda, en su mayoría se dedican precisamente a la ganadería. “Estas tierras son buenas para el ganado y nosotros seguimos sacando leche igual, pero ahora desde hace unos seis años, gracias al apoyo de Transmisión del Grupo Energía Bogotá (GEB), les vendemos directamente a las compañías lecheras, lo que nos permite mayor ganancia”, dice el taita para explicar cómo eliminaron de la cadena a los intermediarios, quienes se quedaban con poco más de la mitad de las ganancias.

El apoyo de Transmisión del (GEB) al que hace referencia el taita Chindoy es que la compañía les facilitó un transformador para garantizar el adecuado y continuo suministro del servicio a la comunidad, luego les entregó recursos para comprar un tanque de enfriamiento de leche –necesario para acopiar el producto– y los ha capacitado sobre emprendimientos para que fortalezcan la Asociación de Productores de Leche del Valle del Sibundoy (Asoprolval).

Por la vereda San Silvestre surcan dos activos en operación de Transmisión: la línea Interconexión con Ecuador, que opera desde 2007, y la línea Mocoa – Jamondino, construida en 1995 y adquirida por la multilatina en 2009 y que posteriormente la reconfiguró a 230 kilovoltios (kV).

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“Llevamos mucho tiempo conviviendo con las torres y los cables de alta tensión de Transmisión del GEB en nuestros campos; ya estamos enseñados y nunca ha habido un solo problema con los animales o los cultivos o un solo atropello –dice el taita Chindoy–. Las vacas siguen dando la misma leche (unos 2.500 litros diarios) y los cultivos de granadilla y frijol siguen creciendo normal. Son un vecino más, un buen vecino”.

Por el contrario, acota el líder indígena de 58 años, la presencia de la infraestructura del GEB es un factor de progreso y mejor calidad de vida para todos los habitantes de la vereda San Silvestre.

“No sé cómo algunas personas de otros departamentos del país piensan que las torres y los cables son un daño –concluye el taita Segundo Chindoy–. Para nosotros estos aparatos representan la presencia en nuestro territorio de Transmisión del Grupo Energía Bogotá, que es la única empresa que ha venido a hacer un proyecto dentro del resguardo teniéndonos en cuenta y mejorando directamente nuestra vida. Ellos siempre se acuerdan de la comunidad indígena y campesina. Sí, de los que vivimos en ‘la Suiza Latinoamericana’”.